“Que el mismo Dios de paz os santifique por completo y todo vuestro ser – espíritu, alma y cuerpo – sea guardado irreprochable para la venida de nuestro Señor Jesucristo”
¡ El ser humano es una maravilla ! Dios lo ha creado de manera muy especial y lo ha llenado de facultades y recursos extraordinarios. Es verdad que la naturaleza está llena de maravillas, pero el ser humano encierra una cantidad de características que lo convierten en la corona de la creación divina.
Aunque hay quienes quieren ver solo materia en el ser humano, es innegable que es muchísimo más que eso. Por ello debemos decir que el aspecto material del ser humano, el cuerpo, es ya una obra maravillosa de la mano creadora de Dios. Pero igualmente admirables, o quizás mucho mas , son el alma y el espíritu, tan poco conocidos por los difícil que es tratar con lo que no se puede alcanzar con los sentidos físicos.
Desde ya, la concepción que tengamos de Dios influirá mucho en el concepto que tengamos del ser humano. Así podemos reducir al hombre a un ser carente de espíritu y, por tanto, intrascendente. Realmente privar al hombre de su Creador es empobrecerlo al punto de quitar aspectos constitutivos, además del fundamento y el destino de su vida.
Así como nos preocupamos por nuestros cuerpos, es también importantísimo preocuparnos por el alma y el espíritu. No sea que mientras cuidemos muy bien nuestros cuerpos, estemos descuidado el sustento de nuestras almas. La flaqueza y enfermedad del alma es mayor desastre que puede sufrir el ser humano.
